“La Encinilla” es una pequeña finca enclavada en el paraje natural de la Sierra de San Vicente en Toledo.
Para nosotros, es un proyecto de vida. Un lugar donde materializar nuestros sueños y una escuela donde poder contactar con lo “Natural” y con nuestra esencia. Un punto de referencia más que nunca necesario. Nuestra sociedad avanzada y tecnológica está basada en un paradigma de producción sin descanso que no deja espacio a nada más. Hace mucho tiempo que ese lazo espiritual que nos une a la Tierra se rompió. Para recuperar la magia sólo hay que acercarse a los bosques de viejos árboles que nos hablan de un tiempo en que vivíamos en conexión con la Naturaleza, siguiendo sus ciclos y vinculados de forma natural a nuestra propia espiritualidad. Las formaciones que ofrecemos, los retiros, actividades y viajes, tienen ese objetivo principal. Un lugar abierto a la autogestión, la explotación respetuosa y autosostenible de los recursos naturales, el autoconocimiento y el crecimiento personal.
Para todo ello contamos con una serie de instalaciones como nuestra Aula – Yurta o el antiguo Chozo tradicional rehabilitado y los baños secos compostables. Instalaciones que esperamos ampliar en un futuro próximo.
Si nos atenemos a sus valores naturales, debemos apuntar que se trata de un bosque maduro donde el protagonista principal es nuestro “árbol por excelencia”, la encina. Crecen en ella un buen número de ejemplares centenarios, acompañados por un sotobosque y flora asociada especialmente rica.
Por otro lado, nuestra gestión del medio está encaminada hacia la consecución de la mayor biodiversidad posible, introduciendo otras especies arbóreas y arbustivas acordes al lugar. Cabe destacar dentro de este fomento de la biodiversidad vegetal el cultivo de las plantas medicinales tradicionalmente utilizadas en la zona, las plantas de interés apícola y las plantas que sirvan de refugio y alimento a la fauna.
Un lugar donde contactar con el bosque primigenio, donde podamos sentirnos plenamente integrados en la naturaleza y donde podamos conocer las especies más emblemáticas de nuestra flora y fauna.
Si nos atenemos a sus valores culturales, La Encinilla, se encuentra en tierras de la antigua Vettonia preromana, el pueblo celta de los Vettones, famosos por sus esculturas de “verracos” en piedra, y muy cercana a dos castros de este pueblo. Los valores espirituales de la zona para nuestros ancestros eran igualmente importantes. El primigenio bosque donde se enclava hoy La Encinilla era considerado un “nemeton” o bosque sagrado, morada y santuario de la diosa madre. Iscallis, la diosa de la fertilidad, las espesuras y sus habitantes, equivalente a la Artemisa griega o la Diana romana, simbolizada por el oso y cuya huella, la garra del oso, grabaron en numerosas piedras testigo que delimitaban el antiguo bosque.
En sus alrededores podemos encontrar numerosos altares rupestres, piedras sacras marcadas con la huella del oso, verracos vettones, estelas guerreras y montañas donde se encendían los fuegos sagrados y se celebraban las “Festividades celtas de la Luz”. Con el paso de la historia, estas montañas, especialmente el “Monte de Venus”, a cuyos pies se encuentra La Encinilla, vivirán el paso de cultos romanos, mártires cristianos, eremitas y místicos, el establecimiento de monjes templarios y de otras órdenes religiosas, dejando todos ellos huellas de su paso, mitos y leyendas que marcan esta zona como uno de los lugares más mágicos del centro peninsular.